En una canción la fñgñals Paulina Rubio hace mención a que cree que"la energía se mueve en espiral". Este pensamiento ya me llevaba intrigando desde hace años, siento coincidir con la chica dorada en algo. En el segundo cero, la millonésima de segundo que precedió al Big Bang, dicen que toda la materia y la energía del universo estaban concentradas en un punto infinitamente más pequeño que la cabeza de un alfiler, y nadie sabe por qué, tras esa millonesima de segundo la explosión primigenia, luz infinita, empezó a expandir el universo. Esa fuerza inimaginable lanzó fragmentos enormes de materia, girando sobre sí mismos a una velocidad cercana a la luz, y conforme iban desplazándose, iban abriendo el espacio y el tiempo, girando sobre sí mismos, a una velocidad inimaginable. Se fueron formando galaxias, sistemas planetarios, con sus soles y satélites, que mantenían el movimiento rotatorio, que a su vez, originaba que todos los cuerpos, celestes o no, tuvieran gravedad, y la gravedad retuvo en algunos mundos las atmósferas, y esas atmósferas, en algún caso, en uno seguro, fueron con el paso de trillones de años, semilleros de vida. El resto de la historia lo podemos intuir.
El movimiento de rotación, por tanto, es origen de la vida. Y de placer. Lo emulamos de niños, quién no ha girado sobre sí mismo a toda velocidad, acabando muerto de risa por el suelo. Están también los bailarines derviches, esa secta musulmana, sufí, que persigue el éxtasis religioso a través de su danza en espiral. Y en verano, no hay un pueblo o ciudad que no tenga su feria, con su calle del infierno, significativo nombre para un lugar en el que nos sometemos, voluntaria y gustosamente, a la sensación de ser arrojados al vacío, a toda velocidad, girando alrededor de un eje.
Anoche fuimos a la feria de nuestro pueblo. Por complacer a mi hija, sin pensármelo mucho, accedí a subir con ella en una atracción "El super grillo", que en principio no me pareció demasiado amedrentadora. Todavía estoy afónica de los gritos que lancé, aparte de que creo que toda la feria sabe el color de mi ropa interior; antes muerta que sencilla, yo con mi falda de vuelo y super escotazo a romper la feria que iba. En cualquier caso fue muy divertido, mereció la pena simplemente cuando mi niña, entre los barrotes en los que nos apresaron, me miró y me dijo: "Así es como se lo pasan bien una madre y una hija".
Saliendo de la feria, volví a reafirmarme en la idea de que todo se mueve en espiral, al ver como lloraban y protestaban los tres porque no habían tenido bastante. Ese era mi final para todas las ferias veintitantos años atrás: las lágrimas. Nunca me ha parecido justo que lo bueno deba ser breve. ¿Karma o dharma? Qué sé yo. El tiempo me ha enseñado a resignarme, polvo de estrellas, sólo somos cenizas de una gran explosión cósmica, y volaremos, arremolinados, por el viento.
Me gustaba más el otro color, menos agresivo. Voy viendo tus avances: más fotos entremezcladas con lo que escribes.Puedes juntar más las fotos con la letra si quieres. Lo que digo otro magnífico post y sigue experimentando.
ResponderEliminar¿No te da lasensación de que nos conocemos de toda la vida????
Un abrazo apretao
Sacramento
Pues sí, Sacri, desde hace un tiempo vivo en una permanente sensación de deja vu, este último año ha sido una permanente sucesión de coincidencias. Como tú dirías, de sincronías.
ResponderEliminarLlevaba atraso en tus lecturas (una semana en Málaga, sin internet); en un huequito he decidido ponerme al día, pero por orden cronológico (yo y mis manías, mis manías y yo) y me he encontrado con este precioso texto.
ResponderEliminarTodo gira, va y viene; sensaciones que no recordabas, vuelven sin esperarlas siquiera.
P.D.: Es divertido volver a montarse en cacharritos que ahora dan un pánico que antes no daban y escuchar cómo tu niña te tranquiliza ¿verdad?