Se deslizan los días, uno tras otro, y yo no publico nada, y no es por falta de inspiración ni de ganas, pues últimamente estoy que no paro, es por eso, falta de tiempo. Aunque me cueste asumirlo, ser madre trabajadora y sin ayuda en el hogar no da
para mucho ocio. Voy a terminar la baja y no he podido ni ir a la pelu a
retocarme las mechas(sí, es cierto que fui a la pelu el día de
Balamoda, pero eso fue un recorte de puntas en media hora). A diario
repaso vuestros blogs, y comento cuando puedo, pero lo de escribir
entradas requiere una concentración y un buen rato, sobre todo porque me
gustaría cargar fotos, pero como estoy enganchada a mi IPad y éste no
me lo permite...pues eso, que hoy me he decidido a romper mi silencio
para advertir que aquí sigo y estoy bien.
El viernes pasado me
volvì a escapar de picos pardos por la mañana, era mi ultima oportunidad antes de que
los niños pillaran vacaciones. Esta vez me fui de excursión al centro de
Málaga; era viernes de Dolores y ya se respiraba la Semana Santa. Había
un ambientazo de miedo, también porque ese día habían atracado
cuatro cruceros en el puerto y las calles estaban tomadas por bandadas
de turistas. Sobre todo estaba muy concurrida la zona de la Catedral,
que es donde trabaja mi hermana en Atención al visitante. Ella fue quien
me recomendó que visitara el cercano Museo Revello de Toro, sito en lo
que fuera la Casa Museo del escultor e imaginero Pedro de Mena. La
visita merece la pena simplemente por ver cómo se ha restaurado y
convertido en museo un edificio prácticamente medieval, pero es que la
exposición del pintor es una maravilla.
Revello de Toro es
especialmente conocido por sus retratos de personajes públicos, de la
Familia Real, pero aquí tenemos su colección privada, retratos de sus
mujeres, de su hija, de detalles de su casa, de juguetes rotos,...
Siempre imágenes que nos hablan de la felicidad de lo íntimo y de la
belleza de lo cotidiano. Me encantó, pero también porque estaba yo sola,
en un museo vacío, que es lo más parecido a un remanso de paz, un
espacio que, al final, se había creado para que yo lo disfrutara una
mañana de viernes de Dolores en gozosa soledad. Curioso.
Os
recomiendo mucho la visita si pasáis por Málaga. Es sólo un euro y no os
dejará indiferentes.
Como botín de esta expedición (y añado que
me resulta patético que para mí ir al centro se haya convertido en un
acontecimiento, cuando antes casi se podía decir que vivía allí) me traje una gargantilla con
motivos coralinos que ya tenía fichada el otro día, de Membur. La
estrenë el Domingo de Ramos, como manda la tradición, para no ver
procesiones. Porque ir, fui, pero ver,... no vimos nada, era imposible
con tanta bulla de gente, habíamos aparcado en un parking y nos dimos
cuenta que si esperábamos a que pasaran los tronos nos iban a cortar el
paso y no escaparíamos hasta el día siguiente. Error de planificación y
,ya, falta de practica. Desde que vivo fuera de la metrópoli, mi escaso
espíritu cofrade se va disipando, la verdad es que no comparto(ni
comprendo, aunque respeto, por supuesto)la pasión por la Semana Santa.
No me gusta la imaginería religiosa, me aterran las multitudes, no me
llega el "sentimiento" del que mi madre, siempre tan mística, suele
hacer gala. Ella gusta de explicar a los forasteros escépticos con estas
tradiciones que hay que sentirlas desde el corazón y las tripas, más
que con la fe o la razón. Es la exaltación de los sentidos: el retumbar
de los tambores, el olor del incienso mezclado con el azahar, las
marchas procesionales, la solemnidad de los cantos militares, la noche y
el mar al fondo, como mudos testigos... y para los muy jóvenes, la
primera excusa para asaltar la madrugada y la libertad, yo añadiría.
Me apena que quizás mis hijos esto se lo van a perder, no lo van
a vivir con la intensidad que da la mera cercanía. Cosas de la vida.
Porque yo, aprecio más la gloria en la primavera que explota en los
jardines y en los campos que en las flores cortadas que enmarcan bellos
altares ambulantes. Para esto, además, soy también muy machadiana y, de
seguir siendo creyente, cantaría también a Aquel que anduvo en la Mar.
Saludos a todas y todos, y disfrutad de los dias de descanso, si
los tenéis, como más os guste, con fervor cofrade o, como yo, sin él.
En diciembre conocí Málaga y fue increíble lo bonita que estaba engalanada de Navidad. Me la has recordado por un momento. La única Semana Santa que he "vivido" más o menos es la de Cádiz (tengo familia allí) y a pesar de que yo sentimiento religioso ninguno, era emocionante estar allí y ver a la gente. Ahora, para mí hay una diferencia entre fervor e ilusión y fanatismo...que hay cada uno....un besito guapa!
ResponderEliminarHola Cardomo, te echaba de menos y me alegra mucho saber que estás bien.
ResponderEliminarLa verdad que con la edad cada vez disfurta uno más de hacer cosas solo y una mañana de ocio solitario se convierte en un remanso de paz y felicidad.
Desde aquí expreso mi gran admiración por todas las madres trabajadoras que sacan a sus hijos adelante sin mucha ayuda.
Un beso y que sigas bien
Por aquí no se vive la Semana Santa con esa intensidad. En mi caso todo lo contrario, pero me gusta leer como lo vives en tu tierra
ResponderEliminarBesos
Emma
Espero que todo vaya bien!!!
ResponderEliminarBesos