miércoles, 2 de junio de 2010

Bruja






Hace muchos, muchos años, yo era bruja. No sé cómo empezó todo, estaría en el instituto, y en uno de aquellos recreos lluviosos, cuando todavía permitían que nos quedásemos en clase solitos, alguien sacó una baraja de cartas y dijo"vamos a echar las cartas", yo diría, "déjame a mí, que yo sé". Soy y he sido siempre observadora, creo que también intuitiva, de manera que sabía qué tenía que decirle a cada quién:"Vas a conocer a alguien que te va a impactar y te va a dar muchos quebraderos de cabeza, pero será para bien", o "Estás entre dos amores, sopésalo, yo me quedaría con el primero", o "Alguien te quiere mal, ten cuidado con los falsos amigos"... Lo cierto es que, de repente y, sin comerlo ni beberlo, se corrió la voz de que había nacido una pitonisa entre las aulas, y eran largas colas las que se formaban de chicos y chicas ( a veces hasta profesores ) buscando que le diera indicios sobre lo que estaba porvenir. Lo peor es que, casi siempre, acertaba.



Yo lo consideraba un juego, y así se lo decía a los demás. Ellos creían en mí mucho más que yo misma, de hecho empecé a sentirme presionada, ya entonces me costaba decir que no a la gente, este problema mío de buscar eternamente la aprobación de los demás. Mi fama desbordó las paredes de la escuela, y ya me traían amigas y amigos de amigas y amigos...Hasta mi familia se enteró, de hecho, mi madre me regaló un tarot por mi 17 cumpleaños. Era precioso, aún lo conservo, cada carta se identificaba con un mito griego, tenía bellas ilustraciones y un libro explicativo muy bien escrito, que insistía en que el objetivo no era tanto la adivinación como la introspección personal.



Un día mi madre apareció en casa con una amiga suya que se había quedado viuda recientemente, de manera brusca y trágica. La mujer estaba hundida en la depresión, y me suplicó que le echara las cartas. Aquello me parecía surrealista, mi madre no me echaba un capote, yo sabía que la pobre mujer, Adela se llamaba, estaba desesperada y accedí. Sabía qué era lo que tenía que decir, como no: "Estás ahora en un túnel, no ves más allá de esta oscuridad, pero tienes que saber que tu marido quiere que salgas y recuperes tu vida, por ti y tus tres hijos...", pero lo cierto es que me sentí fatal, y supe que allí tenía que terminar toda esa historia. Empecé a poner excusas cuando me buscaban, "Hoy no puedo, siento malas vibraciones", "Ahora no puede ser, tengo mala energía", "Vuelve cuando cambie la luna, no se puede con luna nueva...", mi fama se extinguió tan velozmente como surgió. Aliviada, me volví a hundir en el feliz y honesto anonimato, convertí la sinceridad en una norma de vida -hasta dónde nos puede llevar fingir lo que no somos-, y perdí todo interés por adelantarme al futuro. Las sorpresas son la sal de la vida.



2 comentarios:

  1. Yo tb pienso que es más introspección personal que otra cosa,saber leer a la gente e intuición sobre todo!La verdad es que es un don que ayuda mucho cuando lo usas para tí y tu familia.Sigue así con tu blog!!!

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  2. Cada vez escribes mejor y desde el corazón.Yo también me uno a las brujas... Métele caña.
    Un abrazo grande
    sacri

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