martes, 29 de junio de 2010
En espiral
domingo, 27 de junio de 2010
Saussure
sábado, 26 de junio de 2010
Nueva compañera
viernes, 25 de junio de 2010
Insecto palo
domingo, 13 de junio de 2010
Bebés
FETICHES
Estos pendientes no son tan antiguos como parecen, tendrán unos 18 años, y me los regaló el señor Duende de la Hierbabuena, que lo mismo está dando saltos por aquí, así que diré que de él aprendí lo que es la paciencia y a reirme de mí misma y de la vida, y, al cabo, quizás sean las dos enseñanzas más prácticas que he recibido.
Y, finalmente, mi compañero más fiel y antiguo, el que lleva conmigo casi desde que nací. Me lo traje mi papi de Madrid cuando tenía tres meses y no me he separado nunca de él. Ha estado conmigo en : Italia, Inglaterra, Austria, EEUU....hasta que me casé y decidí que ya no me acompañaba en el viaje de novios. El pobre está en las últimas, tiene el tejido todo pasado, ya casi es imposible remendarlo más...pero lo ha medio adoptado mi hija, que es la que le ha puesto los pompones, para taparle agujeros. Se llama Míster Buquito.
Habrá una segunda entrega sobre mis tesoros, pero ese cuento lo contaré otro día.
miércoles, 9 de junio de 2010
Príncipe encantado
La primera vez que lo vio fue en un sueño, tendría doce años, era la mágica noche de San Juan. Su abuela le contó que desde antiguo se creía que si esa noche echabas agua por la ventana a las doce en punto, hora de brujas, soñarías con el gran amor de tu vida. Lo hizo, y efectivamente soñó que caminaba por una de las blancas calles de su barrio, con casitas mata y limoneros, al fondo la Iglesia de San José Obrero, y que iba al encuentro de él, un muchacho alto y bronceado, de grandes ojos negros con un punto dorado, cabellos más claros que oscuros, que al verla corrió hacia ella y la abrazó. Fundido en negro.
Pasaron muchos años, casi treinta, y no se volvieron a ver. De vez en cuando ella recordaba aquella ensoñación adolescente y sonreía, había vivido varios amores, había encontrado su compañero, esperaba que para siempre, y poco que ver con el gallardo príncipe de sus sueños. Fue madre varias veces, cada vez con más deseo y menos recelo: es lo que da la experiencia, si te va bien. A todos los adoraba, y a cada uno de una manera. Nada le daba más alegría que reflejarse en sus caras, verse en sus ojos. Y en una de esas ocasiones lo reconoció, a él, su príncipe encantado. La chispa dorada de sus ojos estaba en los de su hijo, aquel niño silencioso, imaginativo y dulce que decía que la quería más que a su vida, que era la mejor mamá del mundo, una y otra vez, todos los días y para siempre.
Lo había encontrado, era él, sabía que lo perdería. Y esa certeza, por necesaria e imprescindible, a veces le rompía el corazón.
David = amado de los dioses
viernes, 4 de junio de 2010
Tres vidas
Aquella vida primigenia se ocupaba, sin duda, pero siempre sobraba tiempo para largas siestas de lagarto, interminables caminatas por avenidas y paseos, charlas con amigas hasta la madrugada. De hecho, quedaba tiempo hasta para el aburrimiento.
Pero llegaron ellos. No de una vez, no sin quererlos, al contrario, deseándolos de corazón. Llenaron todo el espacio de la casa, de la familia, de sus corazones. Trajeron horas de llanto, de ansiedad, de insomnio, y, sobre todo, de plenitud, risas y cariño. Pero, de repente, ella no estaba. Era omnipresente y todopoderosa, tenía la virtud de hacer tres tareas a la vez, podía dormir un par de horas al día y estar tan fresca. Todo esto era verdad, y no lo era. Ella no estaba. Estaba, era ella, pero ya no lo era. Se había convertido en una máquina perfecta de resolver problemas y cumplir con responsabilidades. Reía, besaba frentes, limpiaba narices, preparaba meriendas y hacía camas. Todo lo intentaba hacer con la mejor de sus sonrisas, sabiendo que era su elección, nada había sido impuesto, sin embargo...Al terminar los días caía en unos sueños pegajosos, densos y oscuros, vacíos de significado, como la muerte. Se sumía en ellos felizmente, anhelando fusionarse con la nada y aparecer en el otro lado, ella misma, con ellos, pero la de antes. Con tiempo para charlas, caminatas y siestas, feliz y despreocupada, quizás la hermana mayor de todos ellos.
miércoles, 2 de junio de 2010
Bruja
martes, 1 de junio de 2010
Una madrugada lluviosa
Más tarde me enteré que no había sido un accidente de tráfico, sino un suicidio. No he llegado a saber por qué, pero al parecer, la desesperación hizo que el pobre hombre se arrojara desde lo alto del puente al vacío. El problema es que en este caso el vacío no existe, afortunadamente no ocurrió nada más que trascendiera la muerte de este individuo, pero no pude dejar de recordar la historia que me contó un antiguo alumno mío, cuyo abuelo quedó parapléjico cuando recibió el impacto de otro suicida que se arrojó "al vacío" desde un octavo: una vida que se extinguió destrozando a otra inútilmente. Qué ironía, qué desesperación, pensar que el acto más significativo de una vida pueda ser destrozar a otro en tu muerte...
En el caso que estoy narrando, como ya dije antes, no hubo más consecuencias. Sólo que en el asfalto, casi un mes después, todavía se ven claramente dos manchas de sangre, causadas por el impacto del cuerpo al estrellarse contra el suelo. Cada mañana tengo que pasar por ese mismo lugar, y no puedo dejar de preguntarme, por ejemplo, si serán necesarios días, meses o años para borrar por completo el rastro físico de lo que pasó, si será esa la huella más duradera que ha dejado este hombre de su existencia, qué impulsaría a aquel hombre a quitarse la vida de esa forma, casi en la madrugada de un día lluvioso de primavera, o cuántas madrugadas lluviosas de primavera tendré que conducir mi coche hasta mi destino, que, espero, no sea terminar ensangrentada sobre el asfalto, bajo un puente.