domingo, 11 de julio de 2010

La llave del coche
















Estos días que he estado sin ordenador, y a pesar de las obras, han sido de lo más movidito. Los albañiles hacen jornada contínua, se van a las 16:30, con lo que me quedan las tardes libres, y no penséis que han sido para descansar. El martes mi hermano quería llevarse a mis dos niños mayores de excursión, pero como tenía el coche roto, me pidió que le llevara yo con mi coche. No me dio muchas explicaciones, de hecho, yo en el último momento había decidido cancelar la salida, porque estaba agotada, pero se me olvidó llamarlo y como se presentó tan ilusionado con su novia valenciana, a la que he visto en contadas ocasiones...me dio "palo" dejarlos en la estacada, total, que cogimos el coche, las zapatillas de deporte y rumbo a Benahavís, al río Guadalmina.













Nada más llegar, la primera sorpresita, me dice mi hermano, "tú dame la llave del coche que yo la esconderé debajo de un árbol, que no pasa nada...", y yo, que no, que no, la líamos en veinte plásticos y nos la llevamos, yo no me expongo a volver y no tener ni llave ni coche. Claro, que yo no sabía que la excursión consistía en !descender un cañón! como las cabras, saltando de piedra en piedra, o tirándote por las rocas como toboganes. No lo supe hasta que no bajamos al río y vi lo que se proponía hacer. Inmediatamente decidí que yo no iba, mis zapatillas tenían la suela lisa y resbalaban como patines de hielo, supe que me rompería la cadera a la primera de cambio, además, necesitaban las manos libres para ayudar a los niños, y mi hermano llevaba una mano ocupada con la llave del coche. Total, que antes de que se lanzaran río abajo me dio apenas tiempo de quitarle el paquete con la llave y decirles: "me llevo el coche al final, donde me dijiste que terminabaaaa!!!" y allá que se fueron lanzados entre las rocas, como un natural y divertidísimo aquapark. Sé que la idea original de mi hermano era esa, que yo me quedara en la entrada del cañón bañándome plácidamente entre las rocas; pero es que él no contaba con que en la poza habría unos doscientos gitanazos de fiesta(paréntesis: yo no soy nada racista, he pasado ocho años de mi vida conviviendo día a día con esta etnia y le tengo simpatía, pero la manera en la que suelen decidir divertirse...como que no me va. Digamos que sobre la poza flotaba una nube aromática y embriagadora,... y que no fumaban precisamente tabaco). Así que discretamente me replegué hasta mi coche, y recorrí la carretera un kilómetro y pico abajo, y aquí había un único coche aparcado en el parking.




Bajé de nuevo hasta el río y, efectivamente, sólo había una familia ecuatoriana, un matrimonio, una niña y un bebé, de lo más agradable, a los que comenté que estaba esperando que bajaran el río mi hermano con mis dos niños. Ellos me miraron con gran extrañeza,"dos niños, río abajo, pero si eso es peligrosísimo...". Empecé a inquietarme, pero me decidí tranquilizar, así que me sumergí en las frescas y limpísimas aguas del río y nadé río arriba, a ver si los veía llegar. El paraje es maravilloso, el río discurre sereno entre acantilados de los que a veces caen cataratas, hay zonas donde se hace pie, con lo que puedes descansar, y por todo el camino se oía el arrullo de las tórtolas, que se escondían entre los recovecos rocosos diciéndose dulzuras, imagino, como corresponde a tales aves. Cuando llevaba aproximadamente un cuarto de hora nadando llegué hasta una especie de presa, una pared rocosa de la que caía el agua a manantiales, y aquí sí que me invadió el desánimo: ¿cómo van a poder bajar mis niños, especialmente mi David, una altura de cinco metros...? Estuve un ratito esperando, pero al estar quieta me daba frío, me imaginaba a mi hijo sufriendo de hipotermia, con una pierna rota,...volví hasta donde estaban los ecuatorianos(otros 15 minutos nadando, y no sé por qué, contra corriente), que ya me miraban con franca preocupación, aunque se apresuraron a tranquilizarme..."no pasa nada, los niños son maquinitas y si los dos adultos están acostumbrados...".










Para resumir, me pasé toda la tarde, unas dos horas o así, nadando río arriba y río abajo. Río arriba, por si aparecían y podía ayudarlos a llegar hasta el final (David se cansa nadando, aparte de que le entran tiriteras...y no llevaba flotador, ni nada de nada). Río abajo, para descansar al sol y comprobar que la dichosa llave del coche seguía en su sitio. Cuando cayó el sol, los ecuatorianos se fueron, y me dejaron completamente sola "en el paraíso". Ya llevaban hora y media desaparecidos, me di una media hora más para subir al coche y llamar a la guardia civil. Yo ya los veía a los guardias, vestidos de neopreno y con linternas enormes, viniendo al rescate. Pero, como os podéis imaginar, si no no estaría tan tranquila escribiendo estas líneas, cuando ya estaba al borde de desesperar vi lejísimos a mi hermano nadando con David a cuestas. Me lancé de cabeza al rescate, aunque ellos venían felices como perdices, planeando la próxima excursión, que será....cuando yo pase por Decatlon y me compre todos los pertrechos necesarios para descender cañones, escalar montañas o lo que se quiera inventar mi "adorado" hermano.












Al día siguiente, 7 de julio, San Fermín, cumple años Antonio Jesús, el hijo de mi prima Belén, al que mis niños quieren con locura. El cumpleaños coincidía con el partido España-Alemania, mi padre me pidió que me llevara yo a mi madre y mi abuela, y también se apuntó a la excursión mi tía abuela Maruja. Convertí mi coche en microbús y allí que nos fuimos, yo muy confiada en que encontraría el lugar de encuentro, aunque después de cinco años viviendo fuera de Málaga, cada vez que vuelvo me han cambiado o cerrado las carreteras, y la zona de la celebración (Puerto de la Torre) para mí es territorio comanche. Tuve que hacer un par de paraditas y llamadas por el móvil, pero me las apañé y llegué sin dar muchas vueltas, aunque mis dos abuelas no paraban de refunfuñar, "por aquí no es, que no, que no estaba tan lejos, da la vuelta y busca a tu tía...



(!Cómo pueden ser a veces de pesadas las personas mayores, teniendo en cuenta que en su vida se han propuesto tener carné de conducir!).



El cumpleaños transcurrió felizmente. El problema llegó a la hora de marcharnos, yo quería llegar cuando estuviera empezando el partido, pues sabía que en casa tenía fiesta (mi padre, mi hermano y su novia, mi marido...!!España, España!!), así que a las 8 y 20 reuní a los niños y a las ancianas y me despedí y, entonces, descubrí !que no tenía la llave del coche!. Vacíamos dos veces mi mochila, corrí al coche, por si me la había dejado puesta(estaba cerrado herméticamente),...revisamos el salón y NADA. Mi angustia no era tan grande, tengo una copia de la llave en casa, pero ¿quién me la traía o me llevaba hasta Benalmádena en plena semifinal del mundial de fútbol? No había muchos voluntarios...










Afortunadamente, la llave apareció, alguien la había encontrado debajo de una mesa en el comedor adyacente, donde mi pequeño Rafa había estado escondido un rato antes....La maldita llave del coche, que es siempre mi primera preocupación, guardarla en su lugarcito dentro de mi bolso, ¿cómo pudo escapar? Qué enigma...
Es irónico que estas dos tardes, dos tardes consecutivas, donde yo necesitaba relajarme y evadirme, me las haya estropeado un objeto tan pequeño y poco relevante para mí. Lo más pequeño puede ser, a veces, la llave de la felicidad.
Creo que todas estas tensiones, junto a la tensión acumulada de los preparativos de la obra, la obra en sí, la experiencia de la Selectividad, mis incertidumbres en las visitas al médico, el final de curso, tan lleno de despedidas, mi ordenador que, también misteriosamente, se rompe....me pusieron "al borde de un ataque de nervios", el jueves no sabía qué me pasaba, sólo quería dormir y llorar. Ya se me ha pasado, me han curado un par de sesiones de playa y piscina intensivas, + una visita a las rebajas.




















2 comentarios:

  1. Veo como el blog va mejorando, las fotos engrandeciendo y tú saliendo. Eres brillante.
    besosssssssss

    ResponderEliminar
  2. Las llaves, ... ¡qué de anécdotas! ¿Verdad? Yo tengo una en la que nos plantamos de Málaga a Lora sin ninguna llave para entrar aquí.

    ResponderEliminar