Ya sabéis que uno de mis lemas es "La vida te da sorpresas", hay que estar pendiente al milagroso salto de la liebre, o del pez en el mar. Esta vez Facebook me ha permitido descubrir que una de mis amiguillas de toda la vida, casi una prima(nos une casualmente nuestro segundo apellido), es una consumada fotógrafa, de esas que tienen mirada de poeta, que descubren la belleza hasta en la bolsa de la basura, si fuera menéster. Me ha dado permiso para que tome algunas de sus fotos para ilustrar mi blog, ya os iré mostrando alguno de sus tesoros, pero hoy dejadme que os muestre la foto del cisne en el lago, que me ha devuelto por segundos a otra amiga queridísima para mí, a la que hace siglos que no veo y de la que apenas sé algo de vez en cuando, pues no es muy proclive a andurrear por estos universos cibernéticos.
Éramos compañeras de facultad, pero realmente nos conocimos ya en cuarto de carrera, cuando ambas conseguimos una Erasmus para pasar unos meses en Inglaterra, en el Wolverhampton Polythecnic, concretamente. No creo que ninguno de los estudiantes españoles que coincidimos en aquella experiencia aprendiéramos mucho inglés, pero sí que experimentamos el choque con una cultura extranjera, aprendimos a movernos en un clima hostil, y, sobre todo, a convivir con estudiantes de casi todos los países.
Fue una experiencia sobre todo refrescante, salir por fin del confortable, pero a veces asfixiante, hogar familiar y hacer nuevas amistades, vivir de otra manera.Y, sobre todo, conocerla a ella, una chica completamente distinta a mí, una princesa encantadora, delicada, de apariencia frágil, tan esbelta, tan linda y romántica y, a la vez, tan cómica y locuela. Ella era Julieta, yo, el ama. Ella era un cisne, yo, una oca.
A la vuelta de Inglaterra nuestra amistad continuó, compartimos confidencias, noches de ron-cola, risas, muchas risas, nuestros ataques de pavo eran míticos. Vivimos juntas primero desamores, y después amores. Terminaron los años universitarios y nuestras vidas tomaron rumbos distintos, pero nuestra amistad se mantenía gracias a larguísimas conversaciones telefónicas: nos casamos casi a la vez y puede decirse que planeamos juntas nuestras bodas(más bien yo iba siguiendo sus instrucciones, siempre he sido un poco desastre). Recuerdo que en una ocasión ella y su novio fueron al "celebérrimo" chipriota de Fuengirola, al que todos acabábamos yendo para que nos leyera los posos del café, y volvió radiante diciendo que el señor había visto clarísimo que su vida sería siempre plácida y sosegada, "como un cisne en un lago".
Y así me gusta recordarla, mi preciosa princesa cisne, aunque sé con certeza que su vida, si bien feliz, no ha sido tan plácida y sosegada como imaginara. Sin duda ha habido mucho amor, un amor de película, que la ha llevado a trasladar su nido del Sur a la dura Extremadura, de allí a África, de aquí a las Islas Afortunadas, de éstas, de vuelta a la Península, a un lugar de dulce nombre. Pero ella contaba que cada sitio le gustaba más que el anterior, en todos caía de pie, según sus palabras. De ser hija única mimada pasó a ser madre mimosa de dos princesitas, a las que apenas conozco. No quería dedicarse a la educación y ha terminado siendo maestra apasionada de polluelos. En definitiva, su metamorfosis ha sido la opuesta a la de los cuentos: de princesa se convirtió en cisne, y, de cisne, en mujer de acero, eso sí, manteniendo su apariencia angelical, convirtiendo la realidad más hosca en un lago azul, donde ella nada. Al menos, así la imagino y la deseo, y guardo esta amistad dormida latiendo en mi corazón, con la esperanza de que algún día volvamos a encontrarnos.
Todas las fotos "artísticas" de esta entrada son cortesía de Cristi Fuentes Montiel, mi casi prima del alma.
Qué bonito Carmen.Y qué chica estás en las fotos!!!
ResponderEliminarGracias, por refrescarme un poquito en esta calurosa mañana.
ResponderEliminarHola, y es que la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Siempre es grato encontrarse con viejas amistades, a las que vuelve a encontrar al cabo del tiempo.
ResponderEliminarBesos
Rampy
A veces la vida nos ofrece exquisitos tragos de nostalgia. Creo que no hay nada mejor que sentarse con alguien con quien compartiste tantas cosas y recordar aquellos años. Un abrazo grande¡¡¡
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